Franz Kafka (Praga, 1883 - Kierling, 1924)
Franz Kafka es uno de los escritores más importantes de la literatura universal. A pesar de que su vida personal fue tan tormentosa como refleja su obra, Kafka fue en realidad un hombre agradable con un sentido del humor que fascinaba a sus amigos, casi todos intelectuales judíos con los que asistía a conferencias en Praga. En una de ellas conoció al escritor Max Brod, quien a la postre se convertiría en su mejor amigo y, a su muerte, en un «traidor», pues publicó su obra a pesar del deseo del escritor checo de verla destruida tras su muerte. Franz fue el mayor de seis hermanos y de él se esperaba que en un futuro se hiciera cargo del negocio familiar. Pero los planes del joven eran bien distintos, lo que provocó un violento enfrentamiento con su padre, un hombre dominante y de carácter irascible. Tras abandonar el hogar familiar, plasmó sus emociones más íntimas en La metamorfosis, obra publicada en 1915. Anteriormente había publicado La condena (1913), donde narra la historia de un padre ya viejo y aparentemente enfermo que logra recobrar de repente la vitalidad y su autoridad opresiva para maldecir a su hijo, que tan sólo deseaba vivir su propia vida. Otra de las grandes obras de Kafka es El proceso, en la que su protagonista, K. se adentra en una auténtica pesadilla. Aunque Kafka tuvo cuatro parejas, nunca consiguió tener una relación estable hasta conocer a Dora Diamant, quien le acompañaría hasta el final de sus días. Gracias a ella se mudaron a Berlín, donde, a pesar de vivir de manera muy austera, fueron realmente felices. A mediados de agosto de 1917, empezó su peor pesadilla cuando le diagnosticaron una tuberculosis, lo que le llevó de balneario en balneario. En una de sus salidas del sanatorio, se instaló en una casa en el campo de su hermana donde escribió El castillo. Luchó contra la tuberculosis durante los siguientes siete años, muriendo en el anonimato en junio de 1924. «Mi última petición. Todo lo que dejo atrás [...] en forma de cuadernos, manuscritos, cartas, borradores, etc., deberá incinerarse sin leerse y hasta la última página». Sin embargo, Max Brod publicó póstumamente todas sus obras y calificó a Kafka como el más profético (y perturbador) cronista del siglo xx.